Edificaciones no están preparadas para el riesgo sísmico que amenaza a Cali

Cali está parada sobre tierra movediza. Lo dicen los estudios sismológicos que muestran la vulnerabilidad de sus suelos. Lo evidencia la ubicación de la ciudad sobre fallas geológicas, como la Cali-Patía. Y una actividad tectónica de las placas de Nazca y Suramericana, que estremecen con cierta frecuencia esta tierra.

Aparte de esto, la ciudad está en medio del cinturón de fuego que se extiende alrededor del Océano Pacífico donde se presenta más del 90% de la sismicidad mundial (ver gráfico).

Todo aquello no sería motivo de preocupación si la ciudad tuviera tres cosas listas y aplicadas: un estudio de microzonificación, otro de vulnerabilidad sísmica y un plan de emergencia. Pero ninguno de ellos se ha consolidado.

El remezón que sufrió la ciudad hace ocho días, el pasado 30 de septiembre, volvió a recordar que Cali está en medio de una zona de gran actividad sísmica y que, aunque los epicentros de los sismos no se ubiquen aquí, los sacudones sí tienen incidencia en la ciudad.

El último sismo afectó, aunque no de manera grave, a las clínicas Santillana y Rey David, el edificio Conquistadores y algunos apartamentos en Chiminangos. El sismo del 2004 tuvo más impacto. Averió nueve edificaciones como la clínica Farallones, la Santillana, Conquistadores, Marañón, Gemelos de Guadalupe, Géminis, Colseguros, entre otros.

Miguel Charry, presidente de la Asociación de Ingenieros del Valle advirtió que el 75% de las edificaciones de Cali están en alto riesgo sísmico, porque se construyeron antes de que estas se expidieran las normas sismorresistentes.

En 2004, el Observatorio Sismológico y Geofísico del Suroccidente, Osso, de la Universidad del Valle, hizo el estudio de microzonificación de Cali, pero el Municipio nunca lo adoptó, es como si no existiera. Allí se muestran los diversos tipos de suelos, sus características físicas y mecánicas y el comportamiento de ellos ante el paso de las ondas sísmicas.

Así, la respuesta de los suelos de ladera frente a un sismo pueden ser los deslizamientos, porque es un área que han perdido consistencia debido a los asentamientos humanos y la deforestación.

En el cono de Cañaveralejo (Comuna 19) hay una aceleración de onda por su suelo arcilloso y la vibración es mayor, en tanto que hacia el Distrito de Aguablanca el riesgo de licuación o pérdida de firmeza del terreno es mayor, ya que hay altos niveles freáticos (presencia de agua bajo la superficie) con un suelo formado por la alta sedimentación arrastrada por los afluentes que desembocan al río Cauca como el Cañaveralejo, Meléndez y Lili.

El ex director del Plan de Ordenamiento Territorial, POT, David Millán, indicó que la amenaza que afronta Cali ante un sismo de gran magnitud también tiene que ver con la gran cantidad de edificaciones informales, construidas sin licencia ni especificaciones técnicas y que, por tanto, no son sismorresistentes.

Leandro Pérez, del Osso, explicó que el cono de Cañaveralejo es una cuenca baja donde el río Cañaveralejo ha depositado por siglos buena parte de los sedimentos que arrastra desde la ladera en su camino hacia la desembocadura en el Cauca.

Dicho cono (definido como la zona 4C en el mapa) es un suelo de limos y arenas que tiene comportamiento anormal frente a un movimiento telúrico. Por eso, buena parte de las edificaciones que han sufrido averías en los últimos sismos en Cali (en 2004 y 2012) están en esa zona.

Pérez precisó que no es que no pueda construirse sobre ese suelo, sino que los ingenieros deben ajustarse a los resultados técnicos del estudio de microzonificación para calcular la vibración de la estructura y diseñar la sismorresistencia.

El problema, según el ingeniero Charry, es que ese estudio no ha sido adoptado por el Municipio pese a que fue hecho y, por tanto, no es exigible.

El segundo estudio, de vulnerabilidad sísmica, no está terminado. Charry coordinó su primera fase en el 2004, pero las administraciones siguientes no se interesaron por realizar la segunda fase.

Y, lo tercero, es que el Plan de Emergencia que debe tener la ciudad para eventos sísmicos tampoco se ha hecho: Medellín y Bogotá lo hicieron -el de la capital costó más de $3.000 millones-, pero Cali sólo contrató un pequeño estudio que no alcanza al 10% de lo que debe ser el plan para afrontar un sismo.

Elkin Salcedo, director del Osso, advierte que “es necesario implementar programas para reducir las amenazas que tiene Cali, como reforzar las estructuras de edificios, hacer más inversión social y educativa que permitan a la gente contrarrestar los efectos de posibles tragedias, porque en las condiciones actuales un terremoto generaría un caos en Cali”.

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