NARCOTRÁFICO El decomiso de cuatro toneladas de coca en el Pacífico devela presuntos nexos con carteles de México.
Que la guerrilla se financia con dinero del narcotráfico no es noticia, pero que esa organización tenga nexos directos con poderosos y temidos carteles de la mafia mexicana, como el de Sinaloa, es algo nuevo y preocupante.
Esa conclusión parece desprenderse del más duro golpe que las Fuerzas Militares les dieron este fin de semana a las FARC, al incautarles cuatro toneladas de coca y destruirles un laboratorio con capacidad para producir una tonelada diaria del alcaloide.
La incautación pone de manifiesto que esa guerrilla no sólo está cobrando el famoso impuesto al gramaje, que les aplica a todas aquellas bandas criminales que cultivan y procesan coca dentro de aquellos territorios que controlan, sino que además harían parte de la cadena del tráfico y la comercialización.
La sospecha surge porque la droga incautada en el complejo cocalero estaba marcada con al menos ocho etiquetas que se usan para identificar cargamentos que son enviados al cartel de Sinaloa. Ese detalle, más otros que hacen parte de la investigación, hace temer los nexos a ese nivel entre las FARC y la mafia mexicana.
El tema llegó hasta La Habana, donde los miembros del secretariado sentados en la mesa de los Diálogos de Paz fueron indagados al respecto durante una rueda de prensa realizada ayer domingo, pero de inmediato rechazaron cualquier vinculación con el narcotráfico en Colombia, “nosotros somos una organización político-militar demasiado seria, demasiado responsable”, dijo a los periodistas el vocero Ricardo Téllez, cuando le preguntaron por el complejo cocalero incautado en Timbiquí, Cauca.
Si bien es posible que se trate de ruedas sueltas dentro de la organización guerrillera que no están dispuestas a entregar rutas y laboratorios así se concrete un proceso de paz, el problema de la presencia de carteles mexicanos en el Pacífico colombiano no es nuevo y, por el contrario, tiene alertas en el alto gobierno.
De hecho, fue el propio presidente Juan Manuel Santos quien el pasado 14 de febrero le pidió al director de la Policía, el general José Roberto León Riaño, investigar denuncias en el sentido de que “hay mucho rumor en torno a que miembros de carteles mexicanos están aquí en el departamento de Nariño”.
La operación que puso en evidencia el presunto maridaje entre FARC y el cartel de Sinaloa se realizó el sábado anterior en la vereda El Zanjal, uno de los caseríos del apartado municipio de Timbiquí, un pequeño pueblo costero al que se llega sólo por aire o por mar.
Hasta ese sitio incursionaron en helicópteros soldados de la Brigada Especial contra el Narcotráfico, quienes, en coordinación con el CTI de la Fiscalía, ubicaron el complejo cocalero enmarañado en la selva del litoral Pacífico: “Cuando llegamos al sitio fuimos atacados y hubo enfrentamientos que se extendieron por unos 15 minutos”, detalló el general Jorge Mora, comandante de la Brigada.
Según el general, ese laboratorio, que servía de soporte económico para seis frentes de la guerrilla (6, 8, 29, 30, 60 y el Manuel Cepeda Vargas), era coordinado por alias ‘Pacho Chino’, cabecilla del Comando Conjunto Occidente de las FARC, cuya área de influencia son los departamentos de Cauca, Valle y Nariño.
Agregó que el complejo cocalero tenía cerca de 500 metros cuadrados de área y además del alcaloide se incautaron “dos toneladas de hoja de coca picada, tonelada y media de insumos sólidos, 3.000 galones de insumos líquidos y abundante material empleado para el procesamiento del alcaloide”.
Además, el laboratorio estaba equipado con una planta eléctrica, extractores de aire, siete electrobombas, licuadoras industriales y un alojamiento con capacidad para albergar a 70 guerrilleros.
Fuentes oficiales explicaron a través de un comunicado que la custodia del lugar estaba a cargo del frente 60, al mando de alias ‘Grillo’, y la distribución la realizaba ‘Pacho Chino’, quien sacaba la coca por el océano Pacífico, pasando por centro América hasta llegar a norte América, “(…) una ruta que las FARC denominan Corredor Estratégico Financiero del Pacífico”.
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