“El fin del conflicto armado es apenas el primer paso para la paz”: Salazar

Monseñor Rubén Salazar dice que hace once años no se firmó la paz en el Caguán porque “todo el mundo metió la mano” en el proceso.

banner_el_paisLa maleta con la llegó el cardenal Rubén Salazar hace dos semanas del Vaticano traía algo muy especial para él, una foto en la que conversa con el papa Francisco unas horas después de haber sido elegido en el cónclave como el nuevo jerarca de los católicos.

Esa imagen lo acompaña en la oficina de protocolo del Palacio Cardenalicio, en pleno centro de Bogotá, donde recibe a sus invitados. Con Colprensa habló sobre el proceso de paz, el impacto que ha tenido el Papa en el mundo y algunos asuntos espinosos para la iglesia Católica como el matrimonio igualitario y la eutanasia.

Salazar no oculta su optimismo por lo que está pasando con la negociación de paz, pero advierte que de firmarse el acuerdo entre el Gobierno y las Farc, todo el país deberá seguir trabajando para que la paz se construya totalmente.

¿La Iglesia Católica es optimista sobre las negociaciones de paz entre Gobierno y Farc?

ubén Salazar Gómez

Creo que sí. Al principio se veía como utópico alcanzar algún acuerdo en La Habana, pero después de estos meses de negociación ha resultado claro que son capaces de negociar, es sumamente importante. No será fácil llegar a un acuerdo, pero están sentados tratando de ponerse de acuerdo y tenemos que crear un clima favorable. Estoy convencido de que si en La Habana se firma el fin del conflicto armado, la tarea que nos queda a los colombianos es enorme porque esa no es la paz, es el fin del conflicto armado. La paz es crear una sociedad justa, fraterna, solidaria, en donde no haya conflictos sin solucionar, sin excluidos, con las mismas oportunidades para todos, es una tarea gigante por hacer.

El conflicto armado ha impedido que se haga esa tarea, porque (los violentos) por medio de las armas han creado nuevas condiciones de injusticia, situaciones terribles de violencia.

Mientras no cese el conflicto nosotros no vamos a poder tener la serenidad para emprender esa construcción de la paz. Nosotros queremos, y se lo pedimos al Señor, para que las conversaciones lleguen a buen término para poder empezar una nueva era de construir la paz.

El Caguán fue un proceso muy abierto y el que ahora se hace en Cuba es muy cerrado, ¿es mejor esta estrategia?

No se llegó a ninguna parte hace once años porque todo el mundo metía la mano y todo el mundo opinaba y se armaron debates innecesarios, porque en Colombia perdemos con frecuencia la serenidad para el debate y nos enfrascamos en discusiones viscerales y emotivas que no llevan a ninguna parte, no tenemos una democracia en donde se debatan las cosas con base en argumentos claros, sino que generalmente son caudillismo, grupismos.

Me parece sano que estas negociaciones sean un poco secretas, porque eso va a permitir que las cosas que se debatan no se vuelvan públicas e inmanejables sino que allá se lleguen a acuerdos que luego sí podrán ser debatidos.

¿A la Iglesia le gustaría estar participando en la mesa de negociación?

Nosotros no tenemos lugar en la mesa, lo he afirmado muchas veces y estoy convencido: la mesa es de negociaciones entre los representantes de las Farc y el Gobierno, nosotros ni somos Farc, ni somos Gobierno.

Usted advirtió que la politiquería está metiéndose en el proceso de paz, ¿será que eso puede hacer que fracase la negociación?

Espero que no, espero que se logre un clima de cordura y de sensatez para aceptar las conclusiones que se lleguen en La Habana y así construir una sociedad.

Monseñor, pasando a otro tema espinoso de la actualidad colombiana, la Iglesia habla de reconocer los derechos legales y jurídicos a parejas del mismo sexo, pero no que conformen una familia…

Qué es lo que pasa. Una cosa son los derechos individuales y otra son esos derechos mirados en el contexto de la sociedad. Una persona homosexual puede tener su derecho de vivir con otra del mismo sexo y de hecho ya se reconoce, pero si miramos la sociedad como sociedad tenemos que pensar que se debe construir sobre la verdadera familia y esta se hace sobre el matrimonio.

Pretender que las uniones homosexuales se coloquen al mismo nivel de las uniones heterosexuales y de las familias en donde nacen los hijos, indudablemente es un exabrupto en el sentido de que es pasar de un derecho individual a ponerlo en el corazón mismo de la sociedad.

El Congreso está por reiniciar el debate de la eutanasia, ¿la Iglesia igualmente se aparta?

Nosotros estamos convencidos que a la persona hay que respetarle la vida hasta cuando muera naturalmente, esto no significa que nos opongamos a tratamientos en los cuales se lucha con todas las fuerzas para aminorar el dolor en el final de la vida de una persona, no que nos ensañemos en el dolor y la enfermedad. No estamos de acuerdo con que se mate a una persona, eso es la eutanasia, es inducirle la muerte, porque se abre un paso sumamente peligroso para que los demás puedan determinar cuándo una persona puede ser y debe ser llevada a la muerte. Eso es de sumo cuidado.

Eso a la larga, y la experiencia lo ha mostrado, en países en donde ya se practica, se vuelve una fuente de abusos en el sentido que los médicos, el mismo Estado, pueden determinar la eutanasia de alguien, pero de ahí se puede pasar a la eutanasia de los locos, de los discapacitados, en el fondo empieza a surgir un sentimiento de eugenesia, es decir, querer hacer una discriminación de las personas sanas que serían las únicas dignas y capaces de vivir y el resto de la humanidad no porque no llena esos estándares.

La llegada de Francisco

Se cumple casi el primer mes del pontificado de Francisco, ¿qué ha significado su designación y cómo ha influido en el país?

Para nosotros los colombianos es un motivo de mucha alegría la elección del cardenal Jorge Mario Bergoglio como nuevo obispo de Roma. Alegría, primero que todo, porque él es una persona que tiene una enorme experiencia pastoral, la mayor parte de su tiempo como sacerdote y luego como obispo la ha pasado en trabajo pastoral directo. Eso da a toda la iglesia la garantía que al frente de la Cátedra de San Pedro está un pastor, que conoce las dificultades de las personas, que ha estado cerca de la gente y por lo tanto siente profundamente lo que significa evangelizar.

En segundo lugar él como teólogo es muy influyente, por ejemplo, en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Aparecida (Brasil) en 2007, él fue el jefe del equipo de redacción y por lo tanto el espíritu del documento es el espíritu del cardenal Bergoglio. Es uno de los documentos que más nos ha ayudado a la Iglesia latinoamericana a seguir adelante con los procesos de nueva evangelización.

¿Su sencillez también cree que ha tocado ya a la Iglesia Católica?

Él es una persona muy sencilla, muy austera, muy cercana en todo sentido, ha roto protocolos de distancia, se ha mostrado como lo es y no es que haga el esfuerzo por serlo, él es así espontáneamente una persona humilde.

¿Le hacía falta a la Iglesia esa sencillez proveniente de Roma?

De pronto nosotros hemos tenido un problema a nivel de Iglesia, y es que el Vaticano en una época fue una monarquía, una corte, y por lo tanto se metieron muchas de las costumbres de las cortes en la vida misma del Vaticano y tal vez los obispos fueron tomando ciertas actitudes de distancia con la gente, por eso este aire fresco que ha traído el papa Francisco nos hace mucho bien, porque nos recuerda que la Iglesia no es una corte ni en Roma ni en ninguna parte, sino que es el pueblo de Dios que está para servir a los más pobres y necesitados.

¿Le falta sencillez a la Iglesia colombiana?

Aquí afortunadamente no tenemos muchos obispos que se crean príncipes en la corte.

 

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